15 junio 2009

Estamos aquí para aguantar a los demás (parte I)

Algún día haré una reflexión más extensa sobre el tema del título pero no quiero herir sensibilidades. Así que me voy a limitar a hablar sobre el porculo que da la gente. A lo mejor me estoy haciendo viejo, aunque eso me pasa desde chico, como a todo el mundo. O puede que simplemente me sobre sensibilidad, o que a alguna gente le falte educación. O que el hecho de vivir en sociedad conlleve una serie de inconvenientes que llega un punto en que te superan y prefieres vivir en una isla desierta o meterte a monje camaldulense o entrar en coma profundo antes de seguir aguantando a tanto imbécil. A modo de ejemplo:
Querías ser bohemio y dejarte llevar por tus pensamientos mientras languidecía la tarde,saboreando un cafe en una terraza de tu pueblo. Pero el niño de la mesa de al lado no para de llorar o de jugar con una pistola o de corretear a tu lado. Para colmo la madre intenta que se calle a base de gritar ella más. La amiga de la madre intenta conciliar un poco, pero añade mas ruido a la ya jodida escena vespertina. Llega un punto en que para evitar dejarse llevar por un arrebato de locura y estrangular a la madre, al niño y a la amiga de la madre y a su pm, te bebes el café de un sorbo y sales de allí como puedes, y tus aspiraciones bohemias se van a tomar viento. Querías pasar una tarde en la playa leyendo un buen libro y dejar que tu imaginación y todos tus sentidos se mecieran con la brisa del mar. Pero tu cuñado coincide contigo y no para de interrumpirte y llamar tu atención para que lo escuches, mientras fuma ducados y llena toda la estancia playera de colillas aplastadas. Querías pasar un viernes por la noche tranquilito viendo una buena película disfrutar de no hacer nada. En la puerta coinciden dos vecinas sin problemas de afonía ni nada, en un debate sobre el tiempo con aportaciones bastante interesantes para alguien a quien le interese el tiempo. Pero a ti, que estás más interesado en ver la película, se te crea una corriente de ruidos entre el sonido de la tele y el cacareo vecinal; y una mezcla de sentimientos, entre el amor no correspondido de la película y las ganas de tirarle una maceta a tus vecinas. Al final, ni películas ni pollas. Te acuestas con un acelerón del quince e intentas dormir al compas de la música de un coche que acaba de parar en la puerta y que dispone de un sistema de sonido superpotente y que a su dueño encima le gusta el flamenquito. Algún día haré una reflexión más extensa y profunda, pero por hoy dejo esta lista de porculeros, que desgraciadamente continúa abierta.
©Javier Vidal

3 comentarios:

Elvira dijo...

M A G N I F I C O

Sebastian Lineros dijo...

Vente aqui, verás como te realjas..

Kireo dijo...

Completamente de acuerdo, ademas pese a la gravedad del tema "me reio" que nos poco para mi.
Siempre me pregunto,SER O NO SER (un impresentable), pero me tengo quesforzar demasiado.
Muchas gracias por el ratito.