26 mayo 2011

Relato de un naufragio

Desde aquel aciago día en que me conecté a internet por primera vez mi vida ha cambiado. Dediqué toda la tarde a instalar un cable desde la roseta del teléfono de casa de mi tía hasta mi dormitorio, donde hacía ya tiempo había situado mi templo informático. Aquel cable era larguísimo y tenía que sortear pasillos, zócalos, muros y demás obstáculos que se encontraba en su camino; hasta llegar por fin a la entrada del modem en la CPU. Aquella primera vez fue emocionante, como si estuviera haciendo algo malo. Yo sabía que aquello era un pequeño paso para la humanidad, pero un gran salto para un hombre: yo. Aquel ruidito, aquella pantalla, aquella barra de vínculos era un terreno inexplorado, una selva virgen que yo debía descubrir a base de teclear direcciones: www.queguaytodo.com, www.hayquevequecontentoestoy.com, www…AAAHHH. Aquella noche me dieron las diez y las once y las doce y la una y las dos y las tres; haciendo eso que estaba tan de moda: NAVEGAR POR INTERNET. Desde entonces debo confesar que leo menos, porque solía leer antes de dormir; pero claro, con esto de internet le dan a uno las tantas y llega a la cama hecho un zombie, como el novio de Alaska. Aunque hago un esfuerzo por respetar cada palabra, tal como establece el castellano, cada signo de puntuación en su sitio, las tildes, por evitar las faltas de ortografía, debo confesar que a veces, en el fragor de una conversación en el chat o en el messenger, omito letras, tildes, abrevio palabras, etc. Contra esta falta de lectura y esta letrafagia que sufro en silencio he puesto en marcha un plan. Lo primero: me pongo en el chat nicks que invitan a no hablar conmigo: "InsulsoCadiz", "Eltipicoaburrido31" (no puedo evitar quitarme algunos añitos), “Aburroaunmuerto11cms”... o cosas así. En el messenger pongo mi estado en “salí a comer”. Con eso, además, cuando mis contactos me ven después de un tiempo siempre me encuentran delgado. Pensarán: “Este hombre, todo el día comiendo…pensaba que iba a estar hecho una entidad grasienta amorfa”. Con este plan de ostracismo cibernético no sólo he logrado no cometer faltas de ortografía sino que he logrado directamente no utilizar la ortografía. No escribo nada, no utilizo el teclado, no sé siquiera dónde andará. Sólo el ratón, que se ha convertido en una especie de muñón que forma parte de mi mano derecha. Y claro, también he logrado una paz interior y una especie de simbiosis con el ordenador y con el ciberespacio… Formo parte del ciberespacio. Soy ciberespacio. Y me he dado cuenta de que estoy rodeado de ventanas emergentes que me alejan del sentido de mi vida: el trabajo, las ganas de mear, las ganas de sexo, las noticias, el frío, el calor, la conversación del tiempo, planificar un puente…. Por favor, dejadme en paz!, leave me alone (como decía Michael Jackson, antes de convertirse en un guarrete). Necesito encontrarme conmigo mismo y elevarme, y salvar el mundo de la ignorancia en que se halla inmerso. O salvarme a mí de caer en las redes de esta sociedad real y tridimensional. Aquí hay que poner pie en pared; que no sé que significa, pero bueno… O poner pies en polvorosa… O lavarse los pies; yo que sé... Perdón, me fallan los circuitos, y debo reinicilizarme de vez en cuando. El caso es que mi conexión con el ciberespacio, cuando va bien, bien. Pero cuando se enlentece, como que regular. (“enlentece” no debe existir porque se ha autosubrayado en rojo… Vaya!, tampoco existe “autosubrayado”). Cuando la conexión va lenta o cuando ves que la caza de una web interesante no va a dar resultado ese día recurre uno a los contactos del Messenger; y entonces es como otra ventana emergente que te aparta del camino. Y los programas “peer tu peer” ya son lo peor. Y ya de paso, abres el irc. Entonces, vuelta a empezar. Otra vez te vas por los cerros de úbeda llevando tres conversaciones a la vez; con tu primo de Barcelona, con tu amigo en Suecia y con tu compañero de trabajo de Montellano. En el irc tienes abiertas tres conversaciones y en cada una tienes una personalidad diferente: una prostituta jamaicana, un negro con un pollón y un lama de Parla. Y empiezas otra vez a comerte las letras y a abreviar palabras. Miras en el emule si ha terminado de bajar la puta película que lleva bajando dos semanas y ves que le quedan todavía 3d22h17m. Y entonces aparece la bruja avería diciéndote que “a lo mejor deberías ver menos el monitor” y que “solo no puedes, con amigos sí”. Y entonces piensas que necesitas respirar, descubrir el aire fresco y decir cada mañana que eres libre como el viento. Y piensas que deberías leer más y terminar de una vez el libro de la mesita de noche, y acelerar el proceso de descarga al disco duro de tu cerebro de 2 páginas/noche a 30p/n o 1capítulo/noche. Pero vuelves a descubrir como cada noche que eso sólo pasará si desconectas el puto internet de los cojones. ©Javier Vidal

De aquellos polvos...

Didáctica visión de las causas de la crisis actual