12 agosto 2009

Los hombres que no miraban a las mujeres

De chico quería ser intelectual. Me gustaba ese rollo bohemio atormentado y me fui preparando para eso. La tarea incluía leer algo raro, aburrido y que no lo entendiera ni el que lo escribió. También había que escuchar música de cantautores. A los cantautores no les tenía que ir muy bien la vida porque las canciones eran para cortarse las venas. Y los libros te animaban también a hacer lo mismo, no sin antes acabar con la humanidad. Así que decidí que lo de ser intelectual, para su padre. Además, con las manos tan gordas y la cara de mollete de pueblo que tenía, no pegaba yo con tanta trascendencia.

Por lo que mandé a tomar viento mis aspiraciones intelectuales y empecé a leer los cinco, Mortadelo y Filemón, Superlópez; y a escuchar Mocedades, Luís Cobos y Modern Talking. Desde entonces mi vida cambió drásticamente: dejé de pensar en el suicidio, empecé a comer como Dios manda (había leído que los intelectuales son gente delgada que fuma mucho) y me volví básico y superficial. Y aquí estoy tan fresco. Por eso me da tanta pena de los intelectuales. Qué horror de mundo interior, qué tormenta de sentimientos contradictorios, hay que tener ganas de ser así.

Lo que no me dan pena son los intelectuales de tres al cuarto. Esos sí que son para tirarlos por un barranco, no sin riesgo para su salud y su integridad. Hay gente que no sólo van de intelectuales, se visten de intelectuales, hablan como los intelectuales (como si no tuvieran ganas de hablar), sino que encima dicen que son intelectuales, que ya hay que ser pedante!! Y se quedan tan panchos. Siempre me acuerdo de un cómic que leí de chico donde uno de estos payasos decía “Voy a leer a Kafka y después me la voy a kafkar”. Porque si escarbas en uno de estos mamarrachos encuentras uno igual de simple que tú, que está flaco pero de miserable que es, y que vendería a su madre por acceder a cualquier lujo que ahora está tan lejos de su alcance; lo que pasa es que no le ofrecen ese trato.

Viene este rollo porque este verano, después de sortear los libros que iba a leer, llegué a la conclusión que llegué de chico. Así que lejos de leer un “clásico imprescindible” pero que no hay quien lo lea, opté por ser uno más de los que está leyendo, ha leído o va a leer, la trilogía de Milenium, palabra que por cierto el Word no reconoce. Si pretendes ser original leyendo esta novela, olvídalo. Me dí un paseo por la orilla de la playa y aproximadamente el noventa y cinco por ciento de la gente estaba leyendo la misma novela que yo. Que da hasta pena vernos. La mayoría seguro que no vivimos todo el año en la costa, y para cuatro días que vamos a estar en la playa nos lo tiramos sin tomar el sol en condiciones, sin respirar la brisa del mar y sin bañarnos apenas, sin levantar la vista de un libro gordo, sudando, empotrados en la butaca, mientras una legión de cuerpos estupendos y bronceados se pasea por delante sin que nos dignemos a mirarlos. Y encima la novela no tiene demasiado valor literario, por no decir ninguno. Simplemente es una película de acción, pero en un libro. Además ya han hecho la peli que por lo visto es mejor que el libro (que ya es insulto para una novela: que la película está mejor!!!). Lo que sí tiene es ritmo, algo que a muchos novelistas se le ha olvidado. Supongo que porque no toman tanto café como Michael Blomkvist (lo habré escrito bien?) o el propio Larsson que seguro que se murió por eso. Yo tengo una teoría. Conociendo al autor, reflejado en el protagonista, lo mismo ha hecho lo que se supone que también ha hecho Michael Jackson: simular su propia muerte. Porque a Milenium le quitas el morbillo de la muerte del autor sin haber publicado su obra y no es lo mismo. En cualquier caso se le agradece al sueco que haya logrado que gente que no ha leído en su vida se enfrente a estos libros gordos de petete, esté tan encantada de conocerse y descubra en el silencio de la lectura que no hay que estar dando el coñazo para pasarlo bien. Pero estaría más agradecido si mis vecinas también descubrieran lo mismo y se callaran de una vez. Ahora por ejemplo me gustaría ser un genio de la literatura para expresar con palabras y sin aburrir la interesante conversación a voces de mis vecinas y todo lo que le rodea. Pero yo no lo soy.. Y seguramente tampoco Larson.

Pero como hace tiempo decidí ser básico, allá que voy por la segunda parte…

Dibujo: Juan Diaz Almagro

©Javier Vidal