27 abril 2024

#YoconPedroSánchez



Desde que la derecha perdiera el poder y en la XIII Legislatura una coalición de partidos formara gobierno en España en mayo de 2019 (tal como está establecido en la Constitución) la derecha perdedora se ha lanzado en tromba contra ese gobierno con todo su arsenal político, judicial y mediático. Desde el minuto uno todos los ataques han ido dirigidos contra la persona del Presidente del Gobierno, llamándolo “ilegítimo” “felón”, “ocupa de la Moncloa” “traidor”, “bilduetarra” “bolivariano” “terrorista”, “perro” hasta últimamente directamente “hijo puta”.

Es vergonzosa la actitud de esta oposición. Y los españoles, ante esta corrupción de las formas democráticas y este alineamiento de la derecha tradicional con la ultraderecha, entiendo que deberíamos haberlos dejados solos para que entiendan que estos ataques a la democracia, este no saber perder, esta falta de respeto a la voluntad de la mayoría y estas formas no caben en un país civilizado.

El problema es que en este juego entra el cuarto poder, en manos del IBEX35 y de fondos de inversión extranjeros. Recordemos que ABC, La Razón, El Mundo, A3media, Mediaset, COPE… todos pertenecen a empresas que no quieren que un gobierno progresista suba el Impuesto de Sociedades o establezca un mercado laboral donde a un empleado se le pague como si no fuera un esclavo, por ejemplo. El grupo Prisa, para los que dicen que lo controla el PSOE, pertenece a un fondo de inversión extranjero. RTVE está controlada por un consejo de redacción donde están representados todos los partidos políticos con representación parlamentaria. A esto habría que sumar todas las cabeceras digitales pagadas por empresas y lobbys interesados en hacer caer, no ya al Gobierno, sino a España. Hay mucho dinero en juego, mucho interés oculto, intereses geopolíticos y mucho pseudoperiodista cobrando en negro para verter mentiras, bulos y fabricar supuestos escándalos, con el único objetivo de hacer caer el gobierno democrático, y de paso, la prima de riesgo española.  

Ante este panorama nos encontramos que gente trabajadora, que ha necesitado del Estado Social de Derecho y de la socialdemocracia para poder estudiar, en algunos casos para sobrevivir y para llegar a lo que son hoy (y que lo siguen y seguirán necesitando) resulta que se une a este linchamiento público contra un Gobierno progresista elegido democráticamente y contra la persona del Presidente. Dicho sea de paso, un gobierno que está consiguiendo las más altas tasas de empleo y de empleo indefinido que ha conseguido ningún gobierno antes, que tiene a España con unos datos económicos envidiados en toda Europa y un Presidente que es querido y respetado en todos los ámbitos internacionales, y que se ha enfrentado a una pandemia global con una gestión sobresaliente. Y, desde luego para el panorama internacional y financiero que se avecina, más vale que tengamos un Presidente que tenga las cosas bastante claras y se sepa bandear bien en situaciones de crisis. Me pongo a temblar con la sola idea de que en la próxima crisis global, ya sea bélica, financiera o sanitaria, estén Feijoo o Ayuso al frente del gobierno.

Pero curiosa y lamentablemente mucha gente trabajadora se une a esta moda de odiar enfermizamente al Presidente del Gobierno, lo que demuestra que la opinión pública es totalmente manipulable, y que el cuarto poder realmente es el más importante y el que está más fuera de control. Y el más peligroso, porque controla el cerebro del pueblo, que es donde reside la soberanía, con lo cual se vicia la democracia desde la raíz. Y se da la terrible paradoja de que el pueblo vote y opine contra sus propios intereses Duele ver a gente cercana que en principio respetabas y la tenías en cierta consideración repetir el mismo discurso, cargado de contradicciones, hipocresía y odio, de Feijoo, Ayuso, Abascal, Eduardo Inda, Ana Rosa Quintana, o Pablo Motos, o Risto Mejide, o Vicente Vallés, o Ferreras,  o Iker Jiménez, o Jiménez Losantos, o Maruhenda y así sucesivamente. Sería interminable la lista de referentes en prime time que se unen a este linchamiento público del Presidente de un gobierno elegido democráticamente. Linchamiento basado en lo que sea, ya sean sospechas, verdades a medias o directamente mentiras. Todo vale. La manipulación tan brutal que se está haciendo de la opinión pública y el desequilibrio en los medios de comunicación ponen en serio peligro la democracia porque socava los cimientos de la misma, que es el pueblo soberano.

A este arsenal mediático se une el político, con dos partidos de derecha y ultraderecha títeres de esas grandes fortunas, y que internamente funcionan como una empresa con intereses claramente económicos. No me quiero extender en este punto pero sí avanzar que no se puede comparar a delincuentes o sinvergüenzas sueltos con una organización criminal. Y como otro parte del arsenal tenemos a los jueces. El poder judicial lo tiene el PP porque se niega a la renovación del Consejo General. Dicho sea de paso, porque tiene pendientes bastantes juicios de ex cargos populares pendientes de resolución. Aparte del CGPJ habría que señalar la tendencia mayoritaria de los jueces y las veces que éstos han demostrado su falta de imparcialidad. Recientemente tenemos el caso del juez que ha admitido a trámite la denuncia contra la esposa del Presidente del Gobierno de un sindicato de ultraderecha que se basaba en recortes de periódicos afines, incluidas las actividades de una señora que se llama igual que la mujer del Presidente del Gobierno pero que no es ella. O recordemos el caso de los supuestos pagos que recibía Podemos de Venezuela, que conllevó distintas “exclusivas”, escándalos, procesos judiciales infinitos, para al final demostrarse que eran pura mentira. Ya el daño está hecho y Podemos no existe. O el caso de Mónica Oltra, a quien un bulo con muy mala uva acarreo un juicio posterior que la arrancó del gobierno de la Comunidad Valenciana. Ahora se ha demostrado que el bulo era falso y ha sido absuelta; ahora que esta mujer ya no le interesa a nadie, ni a nadie le importa si le han destrozado su vida.  

Y el problema real que tenemos la clase trabajadora de este país es que cuando las derechas ganan y mangonean no hay problema, todo es un remanso de paz. Cuando el pueblo “se equivoca” y vota gobiernos progresistas que apuestan sin ambages por el Estado del Bienestar, por servicios públicos esenciales como la sanidad, la educación, las pensiones o la dependencia. Cuando eso ocurre, ay amigo, se pone en marcha la guerra sucia y sacan a relucir todo su arsenal político, mediático y judicial.

Si las mentiras, los bulos, la guerra sucia hacen caer al Gobierno votado en las urnas definitivamente ya huele demasiado a podrido en este país. Ahora no se trata de si Pedro Sánchez sigue o no; ahora lo que está en jaque es la separación de poderes y la fortaleza de nuestro sistema democrático. #YoconPedroSánchez

©Javier Vidal

La foto es de @carnecrudaradio