Desde que la derecha perdiera el poder y en la XIII Legislatura una coalición de partidos formara gobierno en España en mayo de 2019 (tal como está establecido en la Constitución) la derecha perdedora se ha lanzado en tromba contra ese gobierno con todo su arsenal político, judicial y mediático. Desde el minuto uno todos los ataques han ido dirigidos contra la persona del Presidente del Gobierno, llamándolo “ilegítimo” “felón”, “ocupa de la Moncloa” “traidor”, “bilduetarra” “bolivariano” “terrorista”, “perro” hasta últimamente directamente “hijo puta”.
Es vergonzosa la actitud de esta oposición. Y los españoles,
ante esta corrupción de las formas democráticas y este alineamiento de la
derecha tradicional con la ultraderecha, entiendo que deberíamos haberlos
dejados solos para que entiendan que estos ataques a la democracia, este no
saber perder, esta falta de respeto a la voluntad de la mayoría y estas formas
no caben en un país civilizado.
El problema es que en este juego entra el cuarto poder, en
manos del IBEX35 y de fondos de inversión extranjeros. Recordemos que ABC, La
Razón, El Mundo, A3media, Mediaset, COPE… todos pertenecen a empresas que no
quieren que un gobierno progresista suba el Impuesto de Sociedades o establezca
un mercado laboral donde a un empleado se le pague como si no fuera un esclavo,
por ejemplo. El grupo Prisa, para los que dicen que lo controla el PSOE,
pertenece a un fondo de inversión extranjero. RTVE está controlada por un
consejo de redacción donde están representados todos los partidos políticos con
representación parlamentaria. A esto habría que sumar todas las cabeceras
digitales pagadas por empresas y lobbys interesados en hacer caer, no ya al
Gobierno, sino a España. Hay mucho dinero en juego, mucho interés oculto,
intereses geopolíticos y mucho pseudoperiodista cobrando en negro para verter
mentiras, bulos y fabricar supuestos escándalos, con el único objetivo de hacer
caer el gobierno democrático, y de paso, la prima de riesgo española.
Ante este panorama nos encontramos que gente trabajadora,
que ha necesitado del Estado Social de Derecho y de la socialdemocracia para
poder estudiar, en algunos casos para sobrevivir y para llegar a lo que son hoy
(y que lo siguen y seguirán necesitando) resulta que se une a este linchamiento
público contra un Gobierno progresista elegido democráticamente y contra la
persona del Presidente. Dicho sea de paso, un gobierno que está consiguiendo las
más altas tasas de empleo y de empleo indefinido que ha conseguido ningún
gobierno antes, que tiene a España con unos datos económicos envidiados en toda
Europa y un Presidente que es querido y respetado en todos los ámbitos
internacionales, y que se ha enfrentado a una pandemia global con una gestión
sobresaliente. Y, desde luego para el panorama internacional y financiero que
se avecina, más vale que tengamos un Presidente que tenga las cosas bastante
claras y se sepa bandear bien en situaciones de crisis. Me pongo a temblar con
la sola idea de que en la próxima crisis global, ya sea bélica, financiera o
sanitaria, estén Feijoo o Ayuso al frente del gobierno.
Pero curiosa y lamentablemente mucha gente trabajadora se
une a esta moda de odiar enfermizamente al Presidente del Gobierno, lo que
demuestra que la opinión pública es totalmente manipulable, y que el cuarto
poder realmente es el más importante y el que está más fuera de control. Y el
más peligroso, porque controla el cerebro del pueblo, que es donde reside la
soberanía, con lo cual se vicia la democracia desde la raíz. Y se da la
terrible paradoja de que el pueblo vote y opine contra sus propios intereses Duele
ver a gente cercana que en principio respetabas y la tenías en cierta
consideración repetir el mismo discurso, cargado de contradicciones, hipocresía
y odio, de Feijoo, Ayuso, Abascal, Eduardo Inda, Ana Rosa Quintana, o Pablo
Motos, o Risto Mejide, o Vicente Vallés, o Ferreras, o Iker Jiménez, o Jiménez Losantos, o Maruhenda
y así sucesivamente. Sería interminable la lista de referentes en prime time
que se unen a este linchamiento público del Presidente de un gobierno elegido
democráticamente. Linchamiento basado en lo que sea, ya sean sospechas,
verdades a medias o directamente mentiras. Todo vale. La manipulación tan
brutal que se está haciendo de la opinión pública y el desequilibrio en los
medios de comunicación ponen en serio peligro la democracia porque socava los
cimientos de la misma, que es el pueblo soberano.
A este arsenal mediático se une el político, con dos
partidos de derecha y ultraderecha títeres de esas grandes fortunas, y que
internamente funcionan como una empresa con intereses claramente económicos. No
me quiero extender en este punto pero sí avanzar que no se puede comparar a delincuentes
o sinvergüenzas sueltos con una organización criminal. Y como otro parte del arsenal
tenemos a los jueces. El poder judicial lo tiene el PP porque se niega a la
renovación del Consejo General. Dicho sea de paso, porque tiene pendientes
bastantes juicios de ex cargos populares pendientes de resolución. Aparte del
CGPJ habría que señalar la tendencia mayoritaria de los jueces y las veces que
éstos han demostrado su falta de imparcialidad. Recientemente tenemos el caso
del juez que ha admitido a trámite la denuncia contra la esposa del Presidente
del Gobierno de un sindicato de ultraderecha que se basaba en recortes de
periódicos afines, incluidas las actividades de una señora que se llama igual
que la mujer del Presidente del Gobierno pero que no es ella. O recordemos el
caso de los supuestos pagos que recibía Podemos de Venezuela, que conllevó distintas
“exclusivas”, escándalos, procesos judiciales infinitos, para al final
demostrarse que eran pura mentira. Ya el daño está hecho y Podemos no existe. O
el caso de Mónica Oltra, a quien un bulo con muy mala uva acarreo un juicio
posterior que la arrancó del gobierno de la Comunidad Valenciana. Ahora se ha
demostrado que el bulo era falso y ha sido absuelta; ahora que esta mujer ya no
le interesa a nadie, ni a nadie le importa si le han destrozado su vida.
Y el problema real que tenemos la clase trabajadora de este
país es que cuando las derechas ganan y mangonean no hay problema, todo es un
remanso de paz. Cuando el pueblo “se equivoca” y vota gobiernos progresistas
que apuestan sin ambages por el Estado del Bienestar, por servicios públicos esenciales
como la sanidad, la educación, las pensiones o la dependencia. Cuando eso ocurre,
ay amigo, se pone en marcha la guerra sucia y sacan a relucir todo su arsenal
político, mediático y judicial.
Si las mentiras, los bulos, la guerra sucia hacen caer al Gobierno
votado en las urnas definitivamente ya huele demasiado a podrido en este país. Ahora
no se trata de si Pedro Sánchez sigue o no; ahora lo que está en jaque es la
separación de poderes y la fortaleza de nuestro sistema democrático. #YoconPedroSánchez
©Javier Vidal
La foto es de @carnecrudaradio