En 2004 se hizo una película que se llamaba “El día de mañana” en la que se vaticinaban una serie de desastres naturales para un futuro cercano. Ahora que estamos cerca de la tan cacareada fecha del 21 de diciembre de 2012 la NASA ya ha aclarado que el mundo no se acabará. Sin embargo, aunque no sea a base de desastres naturales sí hay gente que está organizando todo para que nuestro futuro sí sea desastroso. Los grandes capitales financieros mundiales, la Europa de los mercaderes, Ángela Merkel y su perrito faldero, Rajoy, ya han diseñado nuestro día de mañana.
Según un informe de Intermon Oxfam en
2022 España tendrá “una población envejecida, empobrecida y desestructurada.
Con cuatro de cada diez personas por debajo del umbral de la pobreza. Ricos que
ingresan hasta quince veces lo que obtienen las rentas más bajas. Una brecha
social ya casi imposible de volver a cerrar”. Ese futuro al que nos dirigimos lo están diseñando ya
valiéndose de las armas de la democracia.
Los ilusos de los
españoles hemos puesto en el poder a un PP que allana el camino hacia la brecha
social. Con la legislación en la mano y la legitimidad de sus votos obtenidos a
base de mentiras (que no se nos olvide este detalle) el gobierno del PP está abriendo
a marchas forzadas esa brecha social entre pobres y riquísimos. Durante el
gobierno del Sr. Aznar se vendieron 48 empresas públicas por debajo de su valor
real, entre ellas Red Eléctrica Española, Iberia y Telefónica. Ahora el Sr.
Rajoy sigue desmantelando el sector público. Está privatizando la sanidad para
que se puedan hacer ricos unos cuantos a base de que nosotros, los ciudadanos
de a pie, tengamos una sanidad mucho peor y se negocie con nuestra salud. De
paso mandan a miles de profesionales a la calle para seguir alimentando la base
social de consumidores empobrecidos. Todos sabemos que se está desmantelando la
sanidad pública y animándonos a que nos hagamos un seguro privado para que
perdamos todo lo conseguido hasta ahora. Ahora han implantado el tantas veces
negado copago o repago; esta semana nos sorprenden con que los enfermos
crónicos tendrán que pagarse su ambulancia. No nos engañemos, este camino de
cobrarnos cada vez más continuará. Por no hablar de que ya la energía, el agua,
las comunicaciones cada día están más caras sin que ningún gobierno pueda
evitarlo porque ya están en manos privadas.
Hemos vivido una época
en la que cualquier niño, si era listo y estudioso, podía llegar a ser juez, notario,
médico o miembro del Tribunal Supremo. El Estado le garantizaba una universidad
pública de calidad y un eficiente sistema de becas. Ahora, con la nueva
educación que está diseñando el gobierno, las altas tasas universitarias, el
supuesto prestigio de las universidades privadas, el consiguiente desprestigio
de la escuela y la universidad públicas y el cercenamiento del sistema de
becas, sólo podrán estudiar los ricos. Sólo los que tengan dinero suficiente
para pagar las altísimas matrículas de las universidades privadas podrán ver a
su hijo vestido de juez, notario, médico o miembro del Tribunal Supremo.
Cada día vemos las
mismas noticias que todo el mundo. Nos ponen el foco de atención en lo que les
interesa, aunque sólo sea que un gato se ha quedado atrapado en un árbol y una
vieja lo ha salvado o que ha caído un chaparrón en un pueblo y se ha anegado un
garaje. Mientras no se dedica un minuto a tantas guerras perdidas o tantas
miserias olvidadas. Nos han acostumbrado a que compremos en la gran superficie
comercial donde están las mismas tiendas que en cualquier ciudad del mundo. Multinacionales que explotan a sus trabajadores mientras recogen cada año miles de millones de beneficios. Y
no nos importa vestir todos iguales, consumir los mismos productos
desnaturalizados y llenos de tóxicos y de paso ver la misma mala película que
están viendo en todas las ciudades del mundo. Mientras las pequeñas empresas
locales se mueren de asco, mientras los autónomos que pusieron sus esperanzas
en su pequeño negocio ven como nos montamos en el coche y los abandonamos y nos
dirigimos en bandada hacia la superficie comercial para comprar regalos, para
comprar la misma ropa que todo el mundo y la misma comida desnaturalizada que
todo el mundo.
El día de mañana se
acerca cada vez más rápido al día de hoy, y ese día es muy desalentador. La
brecha social se está haciendo enorme. Si no estás entre los muy ricos
probablemente ya estás o estarás entre los que sobreviven o entre los pobres.
Pero ya todos estamos entre ese gran grupo de gente sin nombre, meros consumidores y obreros que sobrevivimos en una ilusión de democracia y cacareamos las mismas opiniones a través del twitter o del facebook, el mismo pensamiento único, la misma cultura global. Tenemos que movernos, hablar, manifestarnos, darnos cuenta al menos de lo que
nos está pasando, de la sociedad desigualitaria y deshumanizada hacia la que nos dirigimos. Y
mientras tanto, nosotros, esos a los que nos están recortando tanto, los desheredados,
ayudarnos los unos a los otros y buscar no lo que nos diferencia sino lo que nos une.
A partir de mañana, en
ese futuro cercano y oscuro que se acerca demasiado al hoy, todos tenemos una
responsabilidad: responsabilidad como ciudadanos más comprometidos con la
sociedad en la que vivimos, más activos, más y mejor informados. Responsabilidad como
electores, más exigentes y más críticos con nuestros dirigentes políticos. Y
responsabilidad como vecinos, más solidarios con la gente de nuestro entorno, con los autónomos, con las pequeñas empresas locales, con la gente que es como nosotros.
Así y sólo así es posible que entre todos cambiemos algo el día de mañana.
Javier Vidal.-
©Javier Vidal
Javier Vidal.-